lunes, 14 de marzo de 2016

Angelitos de mi guarda.

Cuerpos que se van...
... y almas que se quedan para siempre con nosotros.

Te echo de menos.
A ti, al abuelo,
a todos nuestros recuerdos, 
las riñas por andar descalza,
los besos antes de dormir,
las peleas tontas,
las tardes viendo películas de la tres,
o todas esas recetas
que me enseñabas en nuestras
"tardes del té".

Echo de menos que me preguntes por chicos,
que me repitas todas las tardes lo guapa que estoy
"y lo guapa que vas a estar siempre corazón".
No puedo evitar pensar en ti
-y en ellos-
cuando no me quedan fuerzas
ni para posar los pies fuera de la cama

Te recuerdo a ti, con él.
Y te recuerdo a ti, con ella.

Tú con esa castaña con el bolsillo,
ese absurdo regalo que te regalo tu pequeña,
ese absurdo regalo que guardaste contigo
-como si algo de valor tuviese-
hasta tu último momento.
Ese absurdo regalo del que yo ahora no me despego.
Ella también te echa de menos, abuelo.
No hay día que no me lo recuerde,
siempre contándome cosas de ti,
tú siempre presente.
Aunque ya no estés aquí.

Y finalmente tú
-nunca menos importante-
Siempre tan discreto,
hombre prudente,
sabio y respetuoso,
siempre sonriente,
siempre tan yo...
Salí a ti abuelo.
Soy la nieta más orgullosa.

He tenido la enorme suerte,
de poder crecer y disfrutar a vuestro lado.
No puedo superar que ya os hayáis ido,
es algo que queda grabado.
Prometedme que allí estáis bien,
o me planto en un segundo a poner orden.
Prometedme que os estáis cuidando 
-y a mi también-
Prometedme que me vais a esperar con la mejor sonrisa...


Posdata:
Tengo que pediros algo,
acaba de llegar un ángel precioso a vosotros,
enseñarla a ser feliz
y decidle,
por favor,
decidle,
que esté tranquila,
que a su niña la protejo yo aquí.

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